La reflexión de Loris Zanatta
Las
desventuras de un kirchnerismo abandonado a su suerte
Clarín
30/10/2022
Cuando
el barco se hunde, las ratas huyen. No sé si eso es cierto, pero es lo que se
dice. ¿Se está hundiendo el barco kirchnerista? ¿Se escapan roedores de la
fragata peronista? Las metáforas náuticas, me enseña un amigo que de navegación
sabe mucho, son tan comunes como torpes.
Quienes
las usan, no suelen saber de que están hablando. Este es, sin duda, mi caso.
Pero la tentación es demasiado fuerte: los huecos en las plazas del último 17
de Octubre, los silencios de los que una vez gritaron, los gritos de los que
antes callaron, los gruñidos, los roces dicen más que muchas palabras. El
peronismo “está hecho mierda”, según dijo con exquisita elegancia un viejo
sindicalista: ¡si él lo dice!
Alrededor
de
Ojalá no
piensen en realizar la maldición de Eva: que “no quede ningún ladrillo” que no
sea kirchnerista. Es el peligro de cualquier fin de ciclo histórico: vale para
Putin, vale para los Kirchner.
Entre
los muchos signos de decadencia, sin embargo, hay uno más contundente que los
demás, más influyente que todos.
¿Quieren
orientarse? ¿Entender la dirección del viento? Sigan a
No
todos, en su seno, se dan por enterados o están de acuerdo, habrán tensiones y
resistencias. Pero la suerte está echada, el camino iniciado.
¿Pero
cómo?, objetarán algunos ¡Si acaban de celebrar la “misa kirchnerista” en
Desde
San Cayetano hasta la propia Luján, la era de los Kirchner estuvo salpicada de
liturgias peronistas disfrazadas de liturgias religiosas. Y viceversa. Desde el
santuario de Liniers partieron cada 7 de agosto las marchas a
Y la
credibilidad de
Los
primeros fueron los obispos de
Más vale
tarde que nunca, dada la tradicional fusión argentina de política y religión.
Vale para el patriarca Kirill y para los religiosos iraníes, pero también para
el gobierno peronista que ha pretendido utilizar al clero y para el clero que
se ha prestado. ¡Clero bergogliano, claro!
Pero la
verdadera bomba la tiró Guillermo Marcó, también pupilo del Papa. De la
pobreza, dijo, “no se sale generando más ayuda”, sino “con estímulos a las
pymes, al empresario, al que da trabajo en serio”. Cosas obvias, sentido común.
Pero, ¿quién las había alguna vez oído en medios eclesiásticos? ¿Quién se
atrevió a decirlo mientras la fábrica kirchnerista de los “planes sociales”
crecía a todo vapor?
¡Ciertamente
no su superior! Por mucho menos, se nos tildaba de “neoliberales”. Para los
curas villeros,
En ella
“hay, quizás, una falencia en la formación en el área económica. Es una
contradicción querer que los pobres salgan de la pobreza y no fomentar la
generación de riqueza”: segundo golpe. A menudo “fomenta la visión de un Estado
omnipresente que tiene que dar subsidios. Eso no ayuda a nadie”: knock out.
Todo evocando a Juan Pablo II, para eso no sirve el magisterio de Francisco.
¿Qué
deducir? Tres cosas. La primera: son pésimas noticias para el kirchnerismo. A
ojo, el Papa lo deja a su suerte y reprende al clero que se aferra a su barco.
Aludiendo o haciendo decir a otros, hablando oscuro pero pensando claro según
su estilo, se desprende del populismo económico, del desastre al que ha
contribuido
La
segunda: descargar al kirchnerismo es vital para salvar al peronismo. No el
peronismo como partido sino la vaga galaxia panperonista a caballo entre
gobierno y oposición, única garantía para “la nación católica”.
Traducido
en clave electoral: el Papa que en 2019 le dió largas a la unidad peronista,
las dará ahora a la “gran coalición”. La prioridad es la de siempre: que no
gobiernen los “cipayos”, ajenos al “pueblo”.
La
tercera: la implosión peronista siempre ha ido de la mano de la implosión
católica. Así fue en 1955, así en 1973, así se empieza a notar ahora. Cuidado
con los conflictos en familia, son los más terribles.
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