La postura de Roberto García
MAURICIO MACRI Y SERGIO MASSA ESPERAN, PERO YA
PIENSAN EN LA
RECAUDACIÓN DE CAMPAÑA
Ambos aducen compromisos familiares para
definirse, Mauricio
Macri y Sergio
Massa. Importa ese dictamen del dúo, nadie puede comprar una
casa sin plata y ellos, junto a Horacio
Rodríguez Larreta y Cristina
Fernández de Kirchner (o al vicario que ella designe)
son los únicos candidatos con capacidades diferentes para reunir fondos en la
próxima campaña presidencial. Ineludible para alcanzar el cargo. Ningún profesional del rubro habla de una base menor
a los 100 millones de dólares para ese emprendimiento. Sea
prestado o regalado, no se observan otros aspirantes para conseguir esas sumas.
Como reconoce López Murphy,
una construcción de ese tipo no se logra recorriendo el país en el colectivo
60.
A Macri, por ejemplo, lo podrían asistir sus
queridos jeques cataríes, aparte de socios e inversores como en su anterior
Presidencia. La propia no se toca, el estilo del ingeniero es otro. Massa, por
su parte, ha demostrado en su breve gestión ciertas relaciones internacionales
en materia de fondos que exceden, inclusive, las colaboraciones locales del
círculo rojo ya identificadas por los medios. A Cristina nunca le falto capital
para las elecciones —hasta se la investigo por la recolección de esos recursos—
y Rodríguez Larreta dispone de reservas que, según sus detractores tipo Patricia Bullrich, le permiten comprar
todo lo que desfila por la calle. Como ocurrió con sus cuatro últimas
incorporaciones para darle brillo a un gabinete que, después de 7 años,
descubrió que carecía de lustre.
En materia de recaudación, tal vez Javier Milei sea el único
distinto en esta provisión clave de dinero: cree que no necesita punteros ni
estructura, tampoco publicidad, que la propia gente le contara los votos, que
ni siquiera podrá visitar todas las provincias a las que llega por internet
mejor que por presencia física. Un desafío.
Massa y Cristina con intereses
unidos
Macri sigue coqueteando con el anuncio, mientras Massa parece que
abandonó esa excusa trivial del veto doméstico, al menos no se resistió a
los honores como invitado al festejo 80 del Patito Galmarini, su suegro, un
tradicional del peronismo bonaerense que renovó sus hábitos desde que habita
con Moria Casán.
Celebración menuda, íntimos y parientes, en que la mayoría brindo por la
candidatura presidencial del ministro. Sin reservas, la familia ya decidió,
solo le cuesta a él confirmar el propósito. Al menos en la fiesta estaban
convencidos de los malabares exitosos de Massa por mantener en vilo la economía
en los últimos meses, como si fuera un Yenga. O la torre inclinada de Pisa. Ni
pensaban que el funcionario esa noche estaba con la renuncia en el bolsillo
luego de enterarse que el Presidente y los gobernadores habían desacatado a la Corte Suprema provocando
una inestabilidad aún más suprema para el Gobierno.
Al margen de las estupideces internas que lo
sofocan desde
Sin ufanarse, Massa llega a la futura
candidatura con la bendición ambigua de Cristina, quizás con la expectativa de
resolver lo que no pudo Alberto
Fernández, el sistema judicial que la agobia con causas condenatorias
( habrá que esperar esta semana un nuevo fallo, sea Hotesur o dólar futuro).
Tardía esa tarea para el ministro, debe ocuparse de la complicada economía
afectada por la fogonera torpe de
Fuente: Perfil
(*) Identidad correntina
29/12/022
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