De aquí al
10 D
El lunes 10 de diciembre se decidirá en buena
medida la suerte de la Ley
de Medios. La norma kirchnerista destinada a democratizar la palabra, a
permitir que la opinión pública escuche y mire diferentes voces y caras. La Ley de Medios persigue el fin
de los monopolios mediáticos que fueron impuestos en nuestro país por grupos
económicos muy similares a la organización delictiva comandada por “mi sangre”.
Símbolo de la década menemista, el multimedios atenta contra la libertad de
expresión ya que enerva cualquier intento de crear un medio de comunicación
alternativo.
El Grupo Clarín es la nave “insignia” de los
multimedios en el país. Hay otros, como el Grupo uno, no tan poderosos como el
Grupo Clarín pero igual de deletéreo para la libertad de prensa. El multimedios
comandado por Daniel Vila y José Luis Manzano se apoderó de buena parte del
negocio comunicacional de la provincia de Santa fe a fines de la década del
noventa. Su emblema es el decano de la prensa argentina, “La Capital” de Rosario. El
histórico diario de la familia Lagos se desmoronó económicamente cuando
promediaba la segunda presidencia del metafísico de Anillaco. Hubo varios
interesados en adquirirlo, entre ellos La Nación, pero finalmente los Lagos cedieron ante
el “ímpetu” de Vila-Manzano. A partir de entonces, el dúo dinámico se adueñó
del poder comunicacional de Rosario. Las más importantes radios y el canal 5
también pasaron a ser propiedad del Grupo Uno.
Con una población de un poco más de un millón
de habitantes, el mercado de comunicaciones quedó atrapado en la red de Daniel
Vila y el ex ministro del Interior. A partir de entonces, quienes accedían a la
gobernación de la Bota,
a la intendencia de Rosario y al resto de las intendencias y comunas, no
tuvieron más remedio que “negociar” con el Grupo Uno “la gobernabilidad”, es
decir, la promesa del multimedios de no triturarlos políticamente a cambio de
“favores económicos”. De esa forma, la clase política santafesina quedó a
merced de la amenaza de extorsión del multimedios. Como ningún político hubiera
sido capaz de soportar una campaña del multimedios en su contra, la relación
entre el Grupo Uno y la clase política siempre fue óptima.
Mientras tanto, el panorama que se le presentó
a los periodistas fue claro y contundente: trabajar para el multimedios o
trabajar en alguna FM ajena al Grupo Uno condenada a competir con las FM
“manzanistas”. En materia televisiva, salvo “Nadie sabe cómo” (Televisión
Regional), el resto de los programas políticos reciben “favores económicos” del
poder político oficial. Ahora bien, lo que acontece en Santa Fe se reitera en
el resto de las provincias. Si en la
Bota, una de las provincias más relevantes del país, pasa lo
que pasa en materia de “periodismo independiente”, en feudos como San Luis, Chaco,
Formosa, etc., los periodistas no deben ser otra cosa que siervos de la gleba.
Emerge en toda su magnitud lo que está en juego
el 10 D, día en que comenzaría a tener vigencia el artículo 161 de la Ley de Medios. El 10 de
diciembre supuestamente se materializaría el proceso de desinversión ordenado
por una norma que fue votada hace tres años por la casi totalidad de las
fuerzas políticas con representación parlamentaria. El gobierno nacional tiene
delante de él un poderosísimo enemigo. El Grupo Clarín no cederá fácilmente a
la embestida cristinista. La considera una afrenta intolerable y hará todo lo
que esté a su alcance para torcerle el brazo a la presidenta de la nación. Sus
mastines periodísticos machacan continuamente que lo que está en juego es la
libertad de prensa. Mentira: lo que está en juego es la defensa de los
intereses de un multimedios cuyo nacimiento se tiñó de sangre. Sin embargo, la
oposición política repite como un loro ese mensaje: “¡hay que defender a Clarín
porque la libertad de prensa está amenazada por un gobierno despótico e
impiadoso!”
Patético, realmente. Nunca hubo en la Argentina tanta libertad
de prensa como ahora. El grueso de los programas políticos nacionales por cable
es opositor al gobierno nacional. Casi todos sus invitados no se cansan de
despotricar contra Cristina, la villana perfecta. Antiguos kirchneristas como
Julio Bárbaro y Alberto Fernández descargan delante de la pantalla toda su bronca
contra una presidenta a la que no le perdonan nada. Periodistas de una extensa
trayectoria como Alfredo Leuco, Jorge Lanata, Magdalena Ruiz Guiñazú, Pepe
Eliaschev y Nelson Castro, entre otros, compiten entre por mostrarse como el
más enemigo del gobierno nacional. En su afán por demostrar que son más anti K
que Mariano Grondona, caen en el ridículo (el reciente artículo de Ruiz Guiñazú
en La nación sobre Sábato y el “Nunca Más” no hace más que corroborarlo). Dicen
lo que quieren y, sin embargo, se quejan por el “afán del gobierno nacional en
cercenar la libertad de expresión”.
De aquí al 10 de diciembre no habrá
tranquilidad en la política argentina. Ayer-miércoles 31 de octubre-el
parlamento fue escenario del ánimo crispado de la oposición. En la Cámara de Diputados, la
totalidad del arco opositor se retiró indignado por considerar “ofensivas” las
palabras de Andrés Larroque, diputado nacional camporista. Los diputados y
diputadas nacionales de la oposición no soportaron que Larroque los acusara de
ser siervos del Grupo Clarín. Como dijo en su momento Serrat, la verdad no
ofende sino que no tiene remedio. El abandono opositor casi hace naufragar la
sesión donde se estaba tratando el voto joven. Finalmente, la norma que
consagra ese importante derecho fue aprobada por el Frente para la Victoria y sus aliados
incondicionales. Afuera del recinto, Gil Lavedra y Alfonsín se presentaban
delante de la cámara de TN como víctimas del “atropello incalificable” de un
gobierno que no trepida en “aplastar el disenso” para imponer su voluntad.
Alfonsín llegó incluso a tildar de “fascista” a Larroque. Mientras que en el
Senado, unos dichos de Diana Conti fueron interpretados por los senadores
opositores como una apología de la re-re de Cristina. Tal como hicieron sus
colegas en Diputados, aprovecharon la cámara de TN para asegurar que 28
senadores nacionales jamás votarán por una reforma constitucional que consagre
la re-re. Fue patético ver al efímero presidente Rodríguez Saá presentándose
delante de la televisión como un abanderado de las instituciones de la
república. Mientras tanto, numerosos barrios de la CABA y del conurbano
sufrieron la dura embestida del temporal de las últimas horas, ante la
indiferencia cruel de la clase política.
Lo que aconteció en el Congreso en las últimas
horas es apenas el aperitivo de la gran comilona del 8 N. Ese día los
caceroleros prometen inundar de gente las principales arterias de los grandes
centros urbanos del país. Los mueve una
de las pasiones más fuertes del hombre: el odio. Odian a Cristina, al gobierno
que encabeza, al progresismo; odian a todo lo que no sea como ellos, en suma.
De paso, son funcionales a los intereses del Grupo Clarín. Nada mejor para doña
Ernestina y sus mastines que “la gente” esté con bronca, insulte a la
presidenta, salga a la calle para vociferar consignas contrarias a la
convivencia civilizada. Cuanto mayor sea la bronca, mejor para el Grupo Clarín.
El objetivo es debilitar a Cristina todo lo que sea posible para que el 10 D no
tenga fuerzas para imponer el artículo 161 de la Ley de Medios. Mientras tanto, el 20 N el
sindicalismo anti K hará un paro general de actividades en repudio al gobierno
nacional. Hugo Moyano se ha transformado en el enemigo número 1-al menos, eso
pretende-de Cristina y está convencido de que haciendo las clásicas
demostraciones de fuerza del sindicalismo peronista conseguirá doblegar a la
presidenta. Finalmente, el 10 D debería ser una jornada de júbilo para la
democracia. Empleo el potencial porque sinceramente pongo en duda la capacidad
del gobierno nacional de lograr que el Grupo Clarín efectúe el proceso de
desinversión ordenado por la Ley
de Medios. A Cristina le sobran convicciones, no sé si posee la fuerza política
suficiente para doblegar al multimedios.
He aquí la manera en que se desenvuelve la
política vernácula. Hay crispaciones por doquier: en el parlamento, en los
medios, en el gobierno. Todos están muy nerviosos. La oposición sólo se une
para arremeter contra algo que no existe. Que yo sepa, CFK nada ha dicho hasta
ahora sobre la re-re. De presentar al pueblo un plan de gobierno alternativo y
superador al del gobierno, ni hablar. Cree la oposición que haciendo buena
letra frente al Grupo Clarín hará una buena elección el año que viene. Por su
parte, Cristina sigue gobernando. Con sus luces y sus sombras, ejerce el poder.
Entre las materias pendientes sobresalen la inflación y la inseguridad. Como la
oposición nada dice sobre la inseguridad y en relación con la inflación es
partidaria del ajuste perpetuo, lo mejor que les puede pasar a los argentinos
es que CFK gobierne por mucho tiempo. Porque entre los perritos falderos de
Clarín y Cristina me parece que la única opción válida hoy sigue siendo CFK,
aunque los caceroleros se nieguen a reconocerlo.
(*) Publicado en Redacción Popular el 3/11/012.
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