La columna política de Carlos Pagni
UN MENSAJE DE EE.UU. QUE REVIVIÓ LOS FANTASMAS
DE CRISTINA KIRCHNER
Antes de recibir a Alberto Fernández en el Salón
Oval, Joe Biden recibió un categórico mensaje de Ted Cruz. El senador
republicano presentó un proyecto de ley en
el Comité de Relaciones Exteriores de su Cámara para que se investigue a Cristina Kirchner,
y a varios de sus colaboradores, por casos de corrupción y por “haber puesto a
las instituciones argentinas al servicio del terrorismo global de Irán”. Cruz no
es un legislador cualquiera. Está lanzado a disputar la candidatura a
presidente por el Partido Republicano, con el apoyo de Donald Trump.
La iniciativa de Cruz se inscribe en un
panorama mucho más amplio, cuyo signo principal es un creciente interés de los
Estados Unidos por América Latina, impulsado por la competencia con China a escala
global. Esa preocupación dominó, con distintas modulaciones, la reunión con
Fernández. Es una cuestión muy relevante para
La señora de Kirchner reaccionó al trámite
iniciado por Cruz tratando de convertirlo en un insumo de su retórica local. En un tuit emitido
pocos minutos después de que se conociera el pedido el senador republicano,
ella explicó que se trata de un refuerzo que llega “desde el Norte” al “Partido
Judicial y a Comodoro Py” para promover su proscripción. Es decir: que la
corrupción por la cual fue condenada sea motivo de preocupación en las
instituciones de los Estados Unidos no serviría para corroborar la contundencia
de esas acusaciones sino, al revés, para probar su arbitrariedad. Para ponerlo
en otros términos: que en el
Congreso norteamericano se pretenda investigar la malversación de recursos
públicos de los gobiernos kirchneristas es una novedad que, en vez de inspirar
vergüenza moral debe exacerbar el orgullo antiimperialista. En
la geometría de la señora de Kirchner, no se la pretende penalizar por haberse
apropiado de dinero de los argentinos, como dice el proyecto de Cruz, sino por
haber liderado una gestión distributiva en favor del pueblo, que “los
poderosos” pretenden estigmatizar. Esta curiosa línea ético-jurídica desemboca
en un “métame presa, Magnetto” casi aspiracional.
La solicitud de Cruz podría agotarse en el
plano simbólico. Los republicanos no tienen mayoría en el Comité de Relaciones
Exteriores del Senado. Pero sí la tienen en el de
En los últimos tiempos se ha vuelto habitual
el impulso a estas investigaciones sobre líderes latinoamericanos. Dos de sus
blancos más recientes fueron el vicepresidente del Paraguay, Hugo Velázquez, y el ex presidente de
ese país, Horacio Cartes.
A ambos les revocaron las visas, acusados de ejecutar un programa sistemático
de corrupción.
La tradición ha sido que el Congreso
establezca cuáles son los países con funcionarios que merecen un castigo, y que
sea el presidente quien identifica a esos funcionarios. Pero esa práctica se
modificó durante la administración de Trump, cuando los legisladores demócratas incluyeron
a Vladimir Putin y
miembros de su entorno en una lista negra, con el argumento de que el
presidente no lo haría.
El relanzamiento de una política continental
contra la corrupción está en relación directa con el interés norteamericano.
Las empresas estadounidenses tienen una limitación severa para competir con las
de China, que están eximidas de los estándares convencionales de
transparencia. Combatir los
procedimientos clandestinos es, entonces, preservar un espacio de negocios y,
por lo tanto, de influencia. Por eso las iniciativas de Cruz y
de Salazar hacen juego, sobre todo en el caso de la representante republicana,
con la pretensión de impedir un alineamiento de los países de la región con
Pekín. Este eje anti-chino es bipartidista, como se advirtió en la agenda
elaborada por
La representante Salazar, que registra una
prehistoria como periodista televisiva especializada en América Latina,
adquirió protagonismo a comienzos de este mes cuando, en una audiencia con el
subsecretario de Estado para Asia del Este y el Pacífico, Daniel Kritenbrink,
recordó que
Salazar tocaba de oído. Pero es verdad que existe un conflicto. No es por la
fabricación, sino por la adquisición de aviones. Los
chinos ejercen una presión formidable sobre el Ministerio de Defensa, que
conduce Jorge Taiana, para que
Para bloquear la operación, los Estados Unidos
han propuesto al Gobierno la venta de quince F16. Como sobre
La disputa sirve para entender el nivel de
tensión entre los Estados Unidos y China en esta parte del mundo, sobre todo en
asuntos militares. Es más evidente todavía por un detalle obvio: Fernández no tiene dinero para comprar aviones a
nadie. Para evitar esa penosa explicación, cuando el Financial
Times le preguntó si elegiría entre Washington o Pekín, él contestó que, como
en la región reina la paz,
La relación con el régimen de Xi Jinping es un
ordenador principal de la diplomacia de Washington. Afecta también a
gobiernos tan afines a Biden como el de Lula da Silva, de quien los
funcionarios del Departamento de Estado comienzan a quejarse por sus ínfulas de
autonomía. Un ejemplo: Lula acaba de promover a su compañera y antecesora Dilma Rousseff para presidir un
banco organizado por los Brics.
Es decir, por una liga de cinco países a la que pertenecen China y Rusia. Xi se
había preparado para recibir a Lula con gran pompa esta semana, pero debió
resignarse a que todo se postergue por una neumonía del presidente brasileño.
No debe sorprender, entonces, que en el
temario que elaboró
Ayer el canciller Santiago Cafiero intentó
eludir la encerrona diciendo que “
Estos temas de conversación fueron la
contrapartida del último ítem, introducido por
Esta es la encrucijada en la que convergen la
cruzada contra la corrupción, encarnada en Cristina Kirchner; las opacas
relaciones con China, y el vía crucis económico que recorre Massa.
El ministro de Economía llegó a Washington
para gestionar una flexibilización del Fondo, y desembolsos adicionales, sobre
todo del BID. Fueron los pedidos de Fernández a Biden. Esta vez Kristalina Georgieva prefirió
no recibir a Massa. Lo hizo la subdirectora, Gita Gopinath. No hubo un comunicado
conjunto, sino un tuit de Gopinath informando sobre las tratativas. Dijo que se
habló de la cuarta revisión del programa, que está a consideración del
directorio. También del impacto de la sequía. Y de dos cuestiones enigmáticas. Sustentabilidad de la deuda doméstica, una semana
después del canje por el que Massa se arriesga a endeudarse a tasas delirantes.
Y “acciones para fortalecer las reservas”. ¿Devaluación? ¿El
centro de la negociación es “te damos plata a cambio de que devalúes” o “no
pidas dólares, devaluá”? Misterios que anoche trataba de descifrar el mercado.
A propósito de aviones, Massa aterrizó en su
propio vuelo. Una versión fiable e insistente afirma que se trasladó desde el
Aeroparque metropolitano hasta el aeropuerto de Dulles, en Washington, a bordo
de un Gulfstream G500 matrícula N922DN, que pertenece a Francisco De Narváez, dueño de la
cadena de supermercados ChangoMás. Esa posibilidad parece corroborarse porque
los registros de vuelo indican que esa aeronave partió de Aeroparque el lunes a
las 23.20 y aterrizó en Dulles a las 8.16 del martes. Hay otro dato que parece
confirmar todo: la pasión desordenada de Massa por los jets de lujo. Ahora
tendrá que sosegarla, porque el Gulfstream regresó: ayer aterrizó en el aeropuerto
de San Fernando y partió casi de inmediato hacia Bariloche. El ministro deberá
volver en el más modesto avión que traerá al Presidente a Buenos Aires.
El entorno geopolítico debería ser mucho más
preocupante para Massa que el contratiempo de tener que acotar sus niveles de
confort. Porque si Washington puede condicionar al Gobierno por su gravitación
en el sistema multilateral, China tiene un resorte mucho más a mano para hacer
sentir su poder. Es el canje de monedas que permite al Banco Central abultar sus
reservas, en un momento en que la escasez de dólares es alarmante. En el centro
de este paralelogramo de fuerzas están instalados desde ayer los proyectos de
sanción contra Cristina Kirchner y su entorno más inmediato.
Esas iniciativas del senador Cruz y de la
representante Salazar dispararon las peores fantasías persecutorias de la
vicepresidenta. Ayer recordó que Cruz fue, en 2018, un gran receptor de fondos
de campaña de las petroleras de su país. No se atrevió a afirmarlo del todo,
pero esas empresas serían las que están detrás de los republicanos, en venganza
por haber capturado para la soberanía energética el yacimiento Vaca Muerta. La
señora de Kirchner trazó también una recta entre el senador por Texas y Fernando Sabag Montiel, el “copito”
que quiso asesinarla el último 1 de septiembre. “Cinco días antes, el senador
Cruz pidió sanciones en mi contra por las acusaciones del fiscal Luciani. Todo
tiene que ver con todo”, razonó.
Es imposible levantar reproche alguno contra
Alberto Fernández por la severidad con la que los republicanos trataron ayer a
Cristina Kirchner. Aun cuando su confesión, “quiero terminar con 20 años de
kirchnerismo”, haya sido entendida por algún talibán del Instituto Patria como
un tributo a
En otro cuadrante está Massa. El ministro de
Economía profesa una devoción casi fetichista por el poder de Washington. Ha
cultivado allí relaciones bastante estrechas, que resultaron muy eficaces para
cerrar el acuerdo con el Fondo. Entre esos amigos está Marco Rubio, senador republicano por
Florida, militante del mismo círculo de protegidos de Trump al que pertenece su
comprovinciana, la representante Salazar. Podría decirse que Salazar, la denunciante de la vicepresidenta, es la
versión femenina de Rubio, el amigo de Massa. Detalles que, a
pesar de la diabólica cadena de causas y efectos que postula la señora de
Kirchner, habrá que disimular. Por lo menos hasta que la candidatura
presidencial de Massa quede totalmente liquidada.
Fuente:
(*) Identidad correntina
30/3/023
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