La nota de Luciana Vázquez
MILEI,
BULLRICH Y MASSA FRENTE AL JAQUE MATE DE LA ALBAÑILERÍA ELECTORAL
Fuente:
(*) Identidad Correntina
30/8/023
La única
verdad es la realidad de una sola encuesta, las PASO, que pusieron a la
política, y a la sociedad, frente a un espejo inesperado de preferencias
electorales. El problema de los resultados de esa gran encuesta nacional de
hace dos domingos es que sólo
resolvió una incertidumbre, la interna de Juntos por el Cambio,
pero instaló otras que no paran de condicionar el día a día. Hasta octubre, la
carrera electoral se juega en la materia “Albañilería I”, subtema “Cómo consolidar pisos y subir
techos de votantes”. Ninguno de los tres candidatos más competitivos, Javier Milei, Sergio Massa y Patricia Bullrich,
se aseguraron con sus porcentajes la elección de octubre. Todavía no: ése es el
punto. Y lo central, tampoco lograron retener el tono presidenciable con el que
fueron seguros a las PASO.
En la
conquista del voto, la autopercepción de los candidatos es clave para generar,
al mismo tiempo, la percepción de triunfo posible entre los votantes. En ese
aspecto, el Milei dinamitador empezó a abrir flancos que debilitan su imagen:
la potencia de la “dinamita” y la “motosierra” empiezan a ponerse en duda. La
ambición autosuficiente que proyecta Massa se enfrenta a los desafíos que le
impone la realidad económica: aún con los recursos del Estado a mano, como
quedó claro con las medidas que anunció el domingo, es cada vez más improbable que
logre convencer a millones de sus chances presidenciables sólo a fuerza de su
autoestima electoral. Y en el caso de Bullrich, su pretensión se enfrenta a la
pérdida de tono presidenciable que había consolidado antes de las PASO y que le
está costando recuperar. Un analista que se mueve dentro de Juntos por el
Cambio sintetiza el desafío: “A Patricia la sigue persiguiendo esa foto del día
del búnker, cuando Mauricio subió al escenario y le quitó el discurso de
cierre”.
Entre
certezas inventadas e incertidumbre real
Las
encuestas profesionales, desmentidas por el censo de las PASO, ahora volvieron
al ruedo. Alimentan dos líneas de análisis. Por un lado, una lectura encolumnada detrás del mileísmo como
fenómeno definitivamente arrasador: Milei como el ganador
absoluto de las PASO que, en medio del exitismo de la voluntad popular, marcha
directo a aumentar ese porcentaje. Antes, las encuestas no vieron venir la
escala del voto Milei; ahora, se suben a esa onda y lo muestran en escalada
exponencial. ¿Las encuestas se equivocaron antes y también exageran ahora? En
ese escenario, Milei aparece, incluso, como probable ganador en la primera
vuelta de octubre. ¿Es una posibilidad? Sí, pero el error político es dar por cumplido un proceso que
está en marcha y presenta más incertidumbre que datos incuestionables.
Del otro
lado, hay un análisis sobre pisos y techos necesarios para la elección general
de octubre que aísla el efecto sorpresa del voto Milei y lo da por incluido en
el 30 por ciento que obtuvo: esa interpretación se enfoca más en la literalidad
de la foto que se sacó en las PASO. En ese razonamiento, Milei estuvo más cerca
de su techo y si quiere crecer, tiene que hacer política: fiscalizar mejor, sumar nombres potables a su
eventual gabinete, sostener el espíritu de sus propuestas sin desdibujar su
identidad. Para todo eso, el libertario está teniendo
problemas. Es decir, las cartas no están echadas tampoco para Milei.
En ese
escenario, a Milei la foto de agosto lo mostró como el verdadero fenómeno
electoral pero no tanto como para darlo ganador sin vueltas: el tercio que sacó
deja abierta la competencia. Al peronismo lo llevó a una pérdida de votos
histórica pero le dio una línea de oxígeno a Massa como para seguir soñando con
un triunfo tan módico como táctico en una segunda vuelta. A Bullrich le dio un
triunfo interno pero la dejó con un doble desafío: conquistar a los no la
eligieron y reconquistar a los que no votaron para ser la contendiente de Milei
en un ballottage. Ante el fenómeno Milei, Bullrich y Massa anclan su esperanza
en esta línea interpretativa de tercios competitivos.
Milei y el
riesgo de ganar antes de tiempo
El desafío
que enfrenta Milei es que, después del 13 de agosto, se asumió ganador antes de
tiempo: en el tercio que obtuvo vio el espejismo de un triunfo ya conquistado.
Bajo esa autopercepción, se apuró a empezar con las definiciones de su programa
de gobierno. Desde entonces lo envuelven las contradicciones en torno a la
efectividad de su dinamita y a la velocidad con la que va a prender la mecha.
Los seguidores de Bullrich encontraron un dardo: en las redes, ahora lo
llaman “Javier Delay”,
por la “demora” para los grandes cambios y el gradualismo que empezó a tallar
en la definición de su plan de gobierno.
La
noción de “anticasta” que es central en el voto Milei también empezó a crujir. Ahí presenta tres frentes abiertos a
sus dos competidores. Primero, porque incluye entre sus ministeriables a
dirigentes de alto menemismo en
sangre: casta política por antonomasia, según sus términos, que
en muchos casos se viene reciclando en diferentes turnos de gobierno. Segundo,
porque vuelve a la superficie su vínculo con un empresariado que construyó fortuna y poder en los
mercados regulados, es decir, el reverso de la noción de casta:
los socios necesarios de la casta de Estado. “Los empresaurios”, según el
founding father del liberalismo para Milei, Alberto Benegas Lynch. La figura de Eduardo Eurnekián, Milei como
su empleado y el peso de la fortuna y los contactos del concesionario de
Aeropuertos Argentina 2000 para consolidar al libertario como candidato son
datos que complican la identidad Milei. Tercero, el lugar de Massa en esa red
de contactos: se recuerda el asado que armó Eurnekián en su casa en diciembre
pasado: Massa fue el agasajado. Ahí fue donde juró que no sería candidato.
El pacto
Milei-Massa fue denunciado por la oposición ya antes de las PASO por la
presencia de punteros del massismo en las listas de Milei. Ahora se cuestiona la blandura de Milei para juzgar
la gestión de Massa. ¿Cuánta mella hacen estas novedades en el
voto Milei? Esa pregunta está abierta y se contestará recién en octubre.
Massa versus
Massa
Si a Massa
le quedaba alguna duda sobre el muro que tiene que vencer, el presidente Alberto Fernández expuso sin
vueltas la paradoja de una táctica del Massa versus Massa y atribuyó las medidas del ministro-candidato a “los
efectos de la devaluación y la inflación”. Es decir, a Massa.
La nueva suba del dólar blue, que venía contenido desde la semana pasada,
mostró el impacto negativo de lo anunciado.
No le
quedan muchas municiones al ministro-candidato. Pero sobrevive la
autopercepción de sus chances electorales desde su mirada de apostador astuto
capaz de dar vuelta la taba del escenario político a fuerza de autoestima
electoral. A esta altura, Massa se
conforma apenas con anunciar medidas, más allá del efecto concreto de sus
medidas.
Con tan
poco, todavía puede hacer algo. En un tablero de ajedrez de tres tercios, hay
dos jugadas por delante: convertir a octubre en primera vuelta y alcanzar el
ballottage. Frente a Milei, Massa se cree capaz de resultar una opción para
parte del voto de JxC que quedaría huérfano en ese escenario.
Bullrich,
perdida por perdida
Desde el
bullrichismo se busca el mismo jaque mate en un eventual ballottage. Para que
haya una chance, Bullrich tiene que “volver a ser ella”, dicen en JxC. El tono
de fortaleza y empatía que logró en los días previos a las PASO está por el
momento fuera del alcance de Bullrich. La instalación de Carlos Melconian como el portavoz
ideal del tono que necesita JxC para dar la batalla pública no hace más que
exponer el debilitamiento de la
voz de Bullrich. “Se vota presidente, no ministro de Economía”,
sintetiza un analista de la coalición opositora.
No es el
único problema. La falta de tono político afecta a todo Juntos por el Cambio.
El aire fresco que representó para la política la fundación, primero, de un
partido nuevo y, luego, de una alianza nueva, ambos competitivos, se disipó. La
oposición dueña de la sensación de futuro se quedó en el pasado.
Las
elecciones provinciales que restan en Mendoza,
Santa Fe y Chaco alimentan la esperanza de Bullrich y
de JxC. Las PASO mostraron otra vez que los triunfos provinciales no anticipan
necesariamente los resultados nacionales. Pero si JxC consigue esos triunfos,
pueden resultar la plataforma de
reconstrucción de la psicología de Bullrich y del tono político de la coalición
opositora.
Parece que
está todo dicho, pero lo cierto es que Milei más que un hecho cumplido es un
proceso: en el camino, los otros candidatos buscan construir la jugada
ganadora.
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