La columna de economía de Alfredo Zaiat
La Revolución Reaccionaria de Javier Milei
Página/12
31 de diciembre de
2023
La falacia inicial del gobierno de Javier
Milei para construir poder violando
Se trata de la trampa más fabulosa jamás
dispuesta para capturar voluntades propias y ajenas para, con la
mayoría creyendo que vivían en una situación dramática, facilitar la aplicación
de un hiperajuste sobre gran parte de la población y avanzar en la
transformación del funcionamiento de la sociedad. Esto significa instalar
un nuevo régimen de regulación estatal y social con la derogación y
modificación de más de 300 leyes con un insólito decreto de necesidad y
urgencia, de otro centenar de normas con un proyecto ley ómnibus y de 160 más
en otra iniciativa que será enviada al Congreso en estos días.
El nuevo régimen es una fulminante alteración de
conocidas e históricas reglas de articulación de los sujetos económicos,
sociales y laborales del país. Esto no es otra cosa que una revolución. En este
caso, se trata de
Javier Milei es el instrumento político para
desplegarlo por parte de los beneficiarios directos: las corporaciones
empresarias que siente en que, por fin, pueden expresar sin
tapujos la revancha clasista, al cercenar derechos laborales y
golpear en el corazón de la organización gremial de los trabajadores, al tiempo
de consolidar privilegios, con desregulaciones sectoriales que consolidan
posiciones dominantes y con la posibilidad de dar el gran asalto el
patrimonio estatal.
El peor
error
En más de una oportunidad en estas páginas se
advirtió acerca de la extensión de la crisis de ingresos (inflación) de,
por lo menos, ocho años (gobiernos de Macri y Alberto Fernández). Ciclo que
otros extienden a doce años al incluir el último mandato de Cristina Fernández
de Kirchner por el estancamiento o leve crecimiento de la economía por el
estrangulamiento de divisas por la irrupción de la restricción externa.
Sean ocho o doce años, es una crisis
bastante prolongada para provocar hastío y desaliento en un sector amplio de la
población. La evaluación del crítico cuadro socioeconómico y laboral de
todos modos fue distorsionado con el argumento reiterado a lo largo de este
año, en especial en el universo del 56 por ciento que votó a Javier Milei,
acerca de que no se podía estar peor.
Vale entonces rescatar la consigna de la campaña
electoral de Cambiemos para concluir que sí, se puede, a partir de
las medidas de estas dos primeras semanas del nuevo gobierno y de las que se
anuncian para los próximos meses.
Existe una cuotaparte de responsabilidad de casi
todo el arco político (oposición y oficialismo en estos años) acerca de este
convencimiento social, puesto que han reafirmado, con diversas y hasta
contradicciones motivaciones, la existencia de una crisis muy grave.
El engaño colectivo es de tal magnitud que se
considera que, para abordar el escenario supuestamente dramático de
trabajadores, jubilados y clases medias, el gobierno de Milei estaría
habilitado a desplegar medidas que, en lugar de generar alivio, profundizan el
deterioro del bienestar de cada uno de estos grupos socioeconómicos. O sea,
como existen padecimientos desde hace varios años el camino sería ahondarlos,
lo que implica un accionar político de notable perversidad social y
comunicacional.
Hasta
Bloomberg contradice la idea de crisis terminal
La agencia de noticias del mundo de las finanzas
globales Bloomberg publicó el reporte sobre los últimos datos macro con el
título "Economía argentina se
contrajo menos de lo previsto en octubre", acompañado de la
observación sobre que "la tasa de desempleo del mercado laboral
formal durante el tercer trimestre cayó al 5,7%, su nivel más bajo desde al
menos 2003".
Son los últimos registros macroeconómicos que se
pueden adjudicar al gobierno anterior que, según Milei, dejó la peor herencia
de la historia. A partir del resultado del balotaje del 19 de noviembre pasado,
el saldo del último tramo del año le corresponde íntegramente a la actual
administración.
El despacho de Bloomberg dice que la economía
argentina registró una ligera contracción en octubre, a pesar de un turbulento
ciclo de elecciones presidenciales que avivó la incertidumbre política y una
nueva corrida en los mercados paralelos.
Informa que la actividad económica cayó en
octubre 0,1% respecto al mes anterior, menos que la estimación media de un
descenso de 0,6% entre los economistas encuestados por Bloomberg.
Con respecto al mismo mes del año anterior, la
actividad creció un 0,6%, según los datos del Indec, para destacar que, por
otra parte, la tasa de desempleo del mercado laboral formal durante el tercer
trimestre cayó al 5,7%, su nivel más bajo desde al menos 2003.
Menciona que la carrera antes de las elecciones
presidenciales del 22 de octubre avivó la volatilidad del mercado, elevando el
tipo de cambio paralelo de 804 pesos por dólar hasta 1035 por dólar en tres
semanas. Este rápido movimiento avivó la inflación que supera el 160% anual, el
nivel más alto desde que Argentina salió de la hiperinflación a principios de
los años 1990.
La economía argentina está en crisis pero no es
terminal ni la peor de la historia, y variables macroeconómicas clave han tenido
un comportamiento aceptable teniendo en cuenta el complicado cuadro general.
La Argentina no es un país de mierda
Pese a datos duros de la macro, se repite que la
crisis es terrible sumando muchos ingenuos a ese coro. El error inmenso
de no precisar el tipo de crisis que atraviesa la economía ha allanado el
camino a
El contenido de ambas iniciativas rompe
con la tradición institucional democrática, la organización histórica de la
sociedad y la articulación del tejido socioproductivo, científico y cultural.
Con debilidades y fortalezas, estos pilares
constituyen las bases sobre las que se desarrolló el país durante décadas.
Las granjas de trolls en las redes sociales, la
irrupción dominante de representantes de sectas de ultraderecha y el discurso
de odio acerca de que se vive en un país de mierda minimizan hasta repudiar
este patrimonio simbólico y concreto. Esta avanzada prepotente y
antidemocrática define
El Centro de Estudios Legales y Sociales advierte que el
DNU suprime y restringe derechos de las personas para que grupos económicos
obtengan ganancias extraordinarias. No desregula la economía, sino que
pretende instaurar un nuevo régimen. No deja esfera de la vida sin afectar. En
caso de entrar en vigencia el DNU, ningún derecho quedará sin ser atacado: ni
el trabajo, ni el acceso a alimentos, ni el derecho a la salud, ni a tener una
vivienda. En los hechos, el gobierno de Javier Milei viene a modificar
Menciona que el Congreso está ante una
responsabilidad que puede cambiar el destino del país, y advierte que es
urgente que vuelva a sesionar y rechace este decreto. Indica que el cambio de
régimen que pretende esta reforma de leyes "que regulan casi toda nuestra
vida social requiere un amplio debate democrático que debe darse dentro y fuera
del Congreso Nacional, a través de quienes elegimos para legislar".
Para concluir que "si lo valida, renuncia a
sus funciones fundamentales y contribuye a debilitar las reglas
institucionales. A 40 años de la más reciente etapa democrática el riesgo de
una vía antidemocrática se fortalecería de manera preocupante".
Transformación
radical
La economía argentina ha convivido durante
varios períodos políticos, en democracia y en dictaduras, con tasas de
inflación de tres dígitos anuales. En algunos casos no impidió el crecimiento
del Producto, la mejora relativa del empleo y la calidad de vida de las
mayorías. En otros, derivó en crisis que terminaron en recesiones, en la
dinámica conocida como "stop and go", para luego retomar el
crecimiento.
Hubo dos experiencias, la última
dictadura militar y la década del '90 que, montadas en la debacle
económica que las precedió (el Rodrigazo en el gobierno de Isabel
Martínez de Perón y la hiperinflación en el gobierno de Raúl
Alfonsín), intentaron un cambio radical. Objetivo que cada una logró en
parte, pero sin conseguir completarlo como era el deseo de las corporaciones
empresarias que lo impulsaban. Sin embargo han dejado marcas persistentes en
los años posteriores a estos procesos.
Ahora van por el tercer intento –el
gobierno Mauricio Macri quedó a mitad de camino por la
impresionante mala praxis e indolencia de sus protagonistas- con
Falta lo
más importante: un plan de estabilización
La diferencia notable respecto al escenario
económico anterior a la dictadura y del menemismo es que el gobierno de Milei
no recibió un desastre económico como el que describe.
Es cierto que la tasa de inflación anual
es muy alta pero no existe un cuadro de híper, salvo que sea provocada por
la propia política económica de Milei. Se sabe que el sector externo está bajo
estrés extremo, que existen muy pocas reservas disponibles en el Banco Central,
que la deuda en dólares en estas circunstancias es asfixiante, que la presencia
de la auditoría permanente del FMI es tóxica y que la crisis de ingresos se
extiende desde hace ocho años.
Para no herir almas bellas se declina por el
momento incluir el debate sobre el porcentaje de pobres existentes, aunque se
invita a leer el documento "Medición de la pobreza: cuestiones conceptuales y de implementación
–el caso de la Argentina-", publicado por el Centro de Estudios
de
Ninguno de estos problemas macroeconómicos sin
embargo reclamaba la batería desbordante de cambios incluida en el
DNU, el proyecto de ley ómnibus y otro con las mismas características que será
presentado más adelante, según adelantó Federico Sturzenegger.
El tiempo político y económico necesitaba
diseñar un típico plan de estabilización, desafío que no era para nada sencillo, pero no
requería nada de lo que quiere imponer en forma antidemocrática y extorsiva
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