La nota de Sergio Suppo

 


JAVIER MILEI, LEÓN Y DOMADOR AL MISMO TIEMPO

Fuente: La Nación

(*) Identidad Correntina

30/12/023

Javier Milei traza una línea y define un nuevo mundo. De su lado, los buenos. En la otra orilla, los malos. Gente de bien, los propios; comunistas y coimeros, los otros.

El Presidente está edificando un universo personal mientras construye su épica de gestión en reemplazo de la épica del candidato. Se parecen, pero no son lo mismo; antes eran solo palabras, ahora son hechos defendidos con palabras.

"Milei parece querer hacerlo todo ahora. En realidad, lo que busca son las herramientas para desarrollar su mandato"

En ese trámite, Milei le pone nombre a su razón de ser en la política, identifica a sus enemigos y los pone en la mira. Es una forma sencilla de señalar los obstáculos a derribar y de usarlos como triunfos o excusas, según resulte su viaje por el poder.

Un día león, otro día domador, introduce un hecho contundente por semana en apenas los primeros 20 días de su mandato.

Apenas asumió, Milei instaló un drástico plan de medidas de ajuste con el objetivo de evitar una hiperinflación. Siete días después hizo propio el trabajo que Federico Sturzenegger había preparado para la candidata Patricia Bullrich y decretó una desregulación con beneficiados y heridos.

En la tercera semana, envió al Congreso una ley ómnibus tan larga que parece un tren. Es un catálogo de cambios, algunos de ellos estructurales, que resume los propósitos del candidato que acaba de convertirse en presidente.

"La Constitución nunca fue suficiente para ningún presidente argentino. Los que no quisieron reformarla en su beneficio, fueron al Congreso a pedir más facultades en desmedro de los otros dos poderes, el mismo Legislativo y la Justicia"

Milei parece querer hacerlo todo ahora. En realidad, lo que busca son las herramientas para desarrollar su mandato. Le interesa más lo que le falta que lo que tiene.

El libertario es nuevo en la política, pero no es original. Como todos sus antecesores de los últimos 35 años, en nombre de la emergencia crónica de la Argentina y de la necesidad de refundar otra vez el país, pide al Congreso las facultades que la Constitución le reservó al propio parlamento.

Juan Bautista Alberdi diseñó aquel texto basado en la Constitución de los Estados Unidos y en su experiencia política chilena, donde la acentuación del presidencialismo aparecía como el remedio para someter a las resistencias y oposiciones.

La Constitución nunca fue suficiente para ningún presidente argentino. Los que no quisieron reformarla en su beneficio, fueron al Congreso a pedir más facultades en desmedro de los otros dos poderes, el mismo Legislativo y la Justicia.

En el proyecto presentado el martes, como en el extenso decreto de necesidad y urgencia firmado la semana anterior, Milei sigue la misma ruta que los presidentes de la casta que vino a reemplazar.

"El libertario hace flamear esa fortaleza efímera y con todo derecho se aferra a ella para disparar una serie de medidas que pretenden encauzar una mutación que llevará años"

El país gira en torno al nuevo presidente y el viejo universo político, fracturado y con los liderazgos en crisis, queda obligado a un brusco rediseño. Otro tanto ocurre con el mundo económico, donde los arrestos desreguladores sorprenden a grupos empresarios que no esperaban la habilitación para nuevos jugadores en su sector, o en la reposición de normas de competencia anuladas durante décadas por una maraña de regulaciones y preceptos pensados para el ventajismo.

El hartazgo con el fracaso repetido generó una conciencia tal en una parte importante del electorado que Milei pudo irrumpir y embestir contra la naturalización de un mundo de reglas disparatadas que habían suplantado las formas con las que se maneja el capitalismo en la mayoría de los países del mundo.

Milei opera para afianzar su poder cuando todavía no perdió el consenso inicial. Nadie de los integrantes del 56% que lo consagró presidente en la primera vuelta se permite todavía cuestionarlo, por la simple razón que sería criticarse a sí mismo por la decisión de votarlo.

El libertario hace flamear esa fortaleza efímera y con todo derecho se aferra a ella para disparar una serie de medidas que pretenden encauzar una mutación que llevará años.

Los votos siempre dan legitimidad para todo el mandato, pero jamás garantizan popularidad eterna. El apoyo que hoy tiene Milei podrá crecer o esfumarse según empiecen a valorarse los resultados de su gestión. Es por eso por lo que se apura a poner todo en el primer momento.

"La ley ómnibus, en el Congreso, puede servir para ver si el presidente reúne nuevas fuerzas a partir de numerosas conversiones al credo libertario procedentes del PRO, de ciertas zonas del peronismo y hasta del radicalismo"

Estos días de su esplendor coinciden con el derrumbe del sistema político y el comienzo de una reconstrucción impredecible. Milei tiene una enorme oportunidad de construir el oficialismo que no tiene juntando entre los restos de esa casta, como también del vasto universo de relaciones con las organizaciones sociales, los gremios y los grupos empresarios

Entre los muchos blanqueos –en eso tampoco es original– que se propone poner en marcha está incluido el blanqueo de los dirigentes tradicionales que se decidan a cruzar la línea que separa el bien del mal establecido por el propio Milei.

La ley ómnibus, en el Congreso, puede servir para ver si el presidente reúne nuevas fuerzas a partir de numerosas conversiones al credo libertario procedentes del PRO, de ciertas zonas del peronismo y hasta del radicalismo.

¿León o domador? Un día ataca a sus congéneres políticos y se permite desconocer el valor de un parlamento en un sistema republicano. Amenaza reemplazar la deliberación del Congreso por un régimen plebiscitario que valide o rechace sus dictados.

“Son coimeros”, dice y no identifica a nadie. En la generalización está la idea de presentar al resto como “la casta”, una categoría que en la que ahora desde lo alto del poder Milei puede usar para juzgar y condenar a quien se le ocurra. Reemplaza la obligación de una denuncia concreta por la instalación de una creencia. Sus seguidores deben entonces creer que los opositores son coimeros.

En el uso del látigo, Milei también exhibe su zanahoria. Está ofreciendo subirse a una fuerza, entrar en una nueva era y estar con él en el poder.

No es poco y es bastante audaz. Está extremando sus posibilidades en el mejor momento para construir un nuevo liderazgo. Todo ocurre en medio del estallido inflacionario con recesión incluida que sigue al desastre que dejó el kirchnerismo. El fin de año no podía ser más intenso.

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