La opinión de Néstor O. Scibona
DE LA INFLACIÓN REPRIMIDA
A LOS “COLCHONES” PREVENTIVOS
Fuente:
(*) Identidad Correntina
30/12/023
Antes de
analizar cómo cierra la altísima inflación de diciembre y todo el año
La mayoría
de las estimaciones privadas prevén que el alza de este mes en el IPC del Indec
–que será difundido el 11 de enero próximo– tendría por delante un número
3. Si fuera 30% redondo, este año
arrojará un aumento acumulado cercano a 240%, récord para
En
comparación con diciembre de 2019, cuando asumió el gobierno de Alberto
Fernández y Cristina Kirchner, el índice habrá acumulado en cuatro años un
incremento de nada menos que 1240%. Un
resultado pavoroso, que demuestra la inutilidad de los congelamientos de
precios en la cuarentena; su variante intervencionista de “Precios Justos”; el
deliberado retraso del tipo de cambio, a costa de la pérdida de reservas
internacionales del BCRA; de los combustibles; y también de las
tarifas de energía y de transporte en el AMBA, a costa de crecientes subsidios
estatales financiados con emisión de pesos sin respaldo.
Cualquier
argentino que haya soplado 40 velitas sabe por experiencia que la inflación
reprimida con estos instrumentos se asemeja a resortes apretados, que en algún
momento habrán de soltarse abruptamente y agravarán el deterioro de sus
ingresos reales.
Más aún cuando las sucesivas ediciones del “Plan Platita” con fines
electoralistas realimentaron el proceso inflacionario.
En 2023, la
aceleración de las remarcaciones para recuperar atrasos y/o formar “colchones”
preventivos de precios coincidió con las PASO, aunque ya se venía verificando
en los meses previos. Una prueba
es que el aumento del IPC pasó de 12,4% en agosto a 12,8% en noviembre (último
dato oficial), con un promedio de 11,5% mensual.
Otra, más
diminuta pero elocuente, surge de los precios de la canasta fija de 30
productos (alimentos, bebidas no alcohólicas y artículos de limpieza y
tocador), que son monitoreados por esta columna en la misma sucursal de una
cadena de supermercados. El ticket
de compra saltó de $49.540 en agosto a $97.800 en la última semana de este mes,
con un incremento de 97,4% en cinco meses.
Los
resultados de la primera vuelta electoral y del balotaje, junto con el
posterior salto de 118% en el dólar oficial, intensificaron las remarcaciones
de precios en productos de consumo masivo en vísperas de las fiestas de fin de
año. Por caso, en noviembre el
ticket ascendía a $65.005 y sólo en diciembre aumentó 50%. De los 30 productos
relevados, 19 registraron de un mes a otro alzas muy superiores a la inflación
estimada para diciembre. Las más relevantes fueron servilletas
de papel (358%); pata-muslo de pollo (197%); papel higiénico (175%); carnes
rojas (de 42% a 78%, según los cortes de mayor calidad); agua mineral en
botella (80%) y suavizante para ropa (80%).
En
la comparación con diciembre de 2022 hubo incrementos interanuales de tres
dígitos en 15 de los 30 rubros, que superan con creces a la inflación de este
año. Entre
ellos, las gaseosas de una primera marca (381%); postres lácteos (407%);
pata-muslo (591%); jamón cocido (375%); carnes rojas (380% promedio); papel
higiénico (430%); servilletas (963%); azúcar (460%); yerba mate (316%); fideos
guiseros (404%) y agua mineral (367%). Un caso extremo son los pimientos rojos,
que en un año subieron de $450 a $5000 el kilo, con un incremento de 1011% que
triplica o cuadruplica al de frutas, verduras y hortalizas.
Esta
vorágine inflacionaria explica por qué antes de cada elección mucha gente
llenaba los changuitos de supermercados mayoristas y minoristas para stockearse
de productos antes de que los precios siguieran aumentando y luego redujo los
consumos al mínimo indispensable o pasó a segundas o terceras marcas. La excepción son las fiestas de
Navidad y Año Nuevo para los asalariados formales, que con el cobro del
aguinaldo mejoraron transitoriamente en 50% sus ingresos, pero en enero
enfrentarán una realidad más dura hasta que se reabran las paritarias. Otro
tanto ocurre con los jubilados con haberes mínimos que, si bien en los próximos
dos meses percibirán bonos de $55.000, verán licuado su poder adquisitivo con
la mayor inflación no sólo en productos básicos y medicamentos. Obviamente, el segmento más perjudicado es el de los
trabajadores informales y precarios, con ingresos que tornan prohibitivos la
mayoría de los precios.
Con el
ajuste macroeconómico en marcha, las
cadenas nacionales de supermercados reactivaron en las Fiestas las ofertas por
cantidad en busca de hacer lo propio con la alicaída demanda y reducir stocks. También
las de provincias, agrupadas en CAS y FASA, lanzaron una canasta de 20
productos básicos con “precios diferenciados”.
Desde hace
décadas, con sus sucesivas crisis económicas, los “colchones” preventivos de precios armados por
muchas empresas apuntaron a dolarizarlos y/o subirlos todo lo posible para
mejorar sus márgenes y cubrirse de riesgos, principalmente indexatorios.
El razonamiento es que después habrá tiempo para bajarlos según lo que ocurra
con la demanda. Más ahora, cuando la ortodoxia del plan económico ubica a la
recesión y la licuación de salarios como principal variable de ajuste, sin
efectos reactivantes.
Como telón
de fondo, los últimos cuatro años
de gobierno del Frente de Todos generaron una fenomenal distorsión de precios
relativos, que llevará tiempo corregir y sólo comenzó con
un tipo de cambio oficial más realista, pero que puede perder terreno a valores
constantes si en tres o cuatro meses no comienza a bajar la inflación.
Un cálculo
de la consultora Macroviews, de Carlos Melconian y Rodolfo Santángelo, precisa
que entre diciembre de 2018 y
noviembre de 2023 (último dato del Indec) la inflación acumulada fue de
1429% y divide los precios relativos entre adelantados,
“en el medio” y atrasados con respecto a la base más razonable de hace cinco
años
En
el lote de precios adelantados se ubican las prendas de vestir (2000%);
verduras y legumbres (2016%); frutas (2060%); azúcar, dulces, chocolates y
golosinas (1960%); compra de vehículos (1948%); carnes y derivados (1840%); productos medicinales (1824%);
restaurantes y comidas preparadas (1763%); calzado (1737%) y editoriales
(1717%). A ellos se suman ahora el dólar para exportar e importar (2230 y
2386%) y el dólar CCL (2539%).
Los rubros
más cercanos o “empatados” con la inflación del período son aceites, grasas y mantecas (1319%); aguas minerales,
gaseosas y jugos (1352%); leche, lácteos, huevos, vegetales (1472%); pan y
cereales (1505%); café, té, yerba y cacao (1527%) y bebidas alcohólicas
(1574%).
Y en los atrasados figuran electricidad y gas (504%);
alquiler de viviendas (689%); transporte público (789%); servicios telefónicos
(863%); combustibles y lubricantes (871%); medicina prepaga (1000%); equipos
de transporte (1021%); tabaco (1056%); educación (1069%); servicios recreativos
y culturales (1087%); cuidado personal (1195%) y bienes y servicios para el
hogar (1201%). En un apartado
aparecen el salario no registrado (586%); el registrado (932%) y las
jubilaciones mínimas con bonos (1000%). Todo un desafío para 2024.
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