Para los lectores de El Informador Público
Milei y el uso
político de la religión (1)
IP-29/2/024
En su edición del 10 de febrero, Infobae publicó
un artículo de Mónica Gutiérrez titulado “Milei, una experiencia religiosa”.
Como bien señala la autora, el presidente es una especie de “bicho raro” del
salvaje mundo de la política. Proveniente del ámbito privado, Milei llegó a la
presidencia de la nación en un momento excepcional y único del país. En efecto,
nunca antes el pueblo sintió tanto hartazgo y repugnancia por la dirigencia
política, sin distinción de inclinaciones partidarias. Esa bronca y esa
frustración catapultaron a Milei a la cima del Aconcagua. Su rotunda victoria
en el ballottage del 19 de noviembre de 2023 implicó un hecho inédito tanto en
nuestro país como en el mundo. En efecto, por primera vez en la historia
universal un político que adhiere al liberalismo más extremo, al anarcocapitalismo,
recibía semejante alud de votos.
Apenas asumió como presidente puso en
claro su determinación a jugarse el todo por el todo por su proyecto político.
Para Milei no existen los grises. Es todo o es nada. Es blanco o es negro. Se
aferra a sus principios ideológicos con fervor religioso. En efecto, por
primera vez desde que tengo memoria un presidente actúa más como un catequista
que como un político. Ello quedó expuesto durante su visita a Israel. Lloró
desconsoladamente en el Muro de los Lamentos y se fundió en un abrazo
interminable con su rabino predilecto. Horas después de la caída de
Mónica Gutiérrez asemeja la reacción
de Moisés con la reacción de Milei luego del fracaso de
La pregunta que cabe formular es la
siguiente: ¿cree de verdad el presidente que fue elegido por las fuerzas del
cielo para enterrar de una vez y para siempre un siglo de fracaso político y
económico de
Javier Milei es, me parece, un
ejemplo más de la íntima relación entre la política y la religión, en la que
ésta ha servido para legitimar, además del orden social y la autoridad, a
determinados regímenes políticos. Buceando en Google me encontré con un ensayo
del profesor de
LA RELIGIÓN POLITIZADA
“Finalmente, hemos llegado a nuestro
tema: la íntima relación entre política y religión, en la cual la religión
sirve para legitimar no sólo el orden social y la autoridad, sino también un
determinado régimen político —una concepción específica del Estado y de la
comunidad política—. En el caso extremo, esta relación se presenta como una
«ideología-sucedáneo» (Ersatz-ideologie) en contraste con la religión política,
que en gran medida sirve como «religión-sucedáneo».
La iniciativa para esta fusión entre
religión y política (es decir, de una religión tradicional trascendental y sus creencias,
instituciones y rituales con los de la comunidad política) puede ser el
resultado de dos procesos muy distintos. Por un lado, esta unión puede basarse
en el deseo de las instituciones, autoridades, líderes e incluso creyentes
religiosos de conseguir el apoyo del Estado contra las fuerzas secularizadoras
o incluso contra los defensores de una religión política. En este caso, la
unión de religión y política tiene raíces religiosas y es concebida como poner
la política, el poder político y la comunidad política al servicio de la fe y
de sus representantes. Por otro lado, los gobernantes políticos, las
instituciones del Estado y los movimientos políticos pueden instrumentalizar la
religión para ganar legitimidad y apoyos, politizando así la esfera religiosa.
La distinción que acabamos de hacer
es posiblemente más analítica que descriptiva, ya que en la realidad es más
probable encontrar una convergencia entre ambos objetivos, un tácito quid pro
quo donde ambas partes piensen que están sirviendo a sus propios intereses: a
la religión e instituciones clérigo-religiosas, por un lado, y a la política y
a las instituciones políticas del régimen, por el otro, en una especie de
proceso de convergencia. Esto explica la ambigüedad fundamental y probablemente
la inestabilidad en último término de la politización de la religión o la
«religionización» de la política. Aunque este modelo está basado en una
concepción de cooperación, no es improbable que finalice en conflicto, con el
régimen político pagando un coste debido a la heteronomía de la religión, o con
Hay dos situaciones que facilitan la
fusión de religión y política. Por un lado, encontramos algunos regímenes
autoritarios que rechazan el individualismo y los valores de la sociedad
liberal. Por otro, facilitan también esta fusión ciertas manifestaciones de
nacionalismo cultural que aparecen en el proceso de construcción de las
naciones o de afirmación de la identidad nacional. De nuevo, algunas veces
estos dos procesos convergen en el mundo real, como sabemos por los casos de
Eslovaquia, Croacia e incluso España. La politización de la religión al
servicio del nacionalismo o el nacionalismo al servicio de la religión son
temas centrales en los siglos XIX y XX, y conducen a un fenómeno que en algunas
ocasiones se asemeja a la religión política. Las dos expresiones de religión
politizada, en su forma extrema, conducen a la teocracia, donde el poder
político sería ejercido por líderes religiosos en nombre de la religión o de
Dios, imponiendo los valores religiosos a la comunidad.
Existe una cierta similitud entre la
teocracia y la religión política, como ya hemos apuntado. Y, por lo tanto, no
es una casualidad que Barrington Moore haya escrito sobre
La otra forma de religión
extremadamente politizada es el cesáreo-papismo, tal y como pudiéramos
encontrarlo en Bizancio o incluso en
Pero volvamos ahora a la variedad
contemporánea de religiones politizadas que no se transforman en teocracias ni
en un sistema de dominación cesáreo-papista de
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