El enfoque de Claudio Jacquelin
El
Gobierno, en boxes para intentar relanzarse
Fuente:
(*) Notiar.com.ar
27/5/024
Llego
la hora ineludible de sacarse las capelinas de las pasarelas internacionales y
los bonetes del carnaval para ponerse los cascos de la construcción. La
arquitectura original del Gobierno (si es que alguna vez fue diseñada) encontró
su punto de quiebre y está en revisión profunda por su falta de funcionalidad y
de logros concretos, en medio de ruidos internos. La realidad impone un urgente
relanzamiento. Una reestructuración que se intenta. Y está en proceso.
El
día imaginado para celebrar el comienzo de la nueva etapa fundacional argentina
resultó una caricatura de lo anunciado. El Pacto de Mayo fue, al final, el
Fiasco de Mayo.
Ninguna
de las construcciones estructurales de ese edificio soñado por Javier Milei
llegó a la fecha señalada habiendo superado el plano del boceto o de unos
toscos cimientos en permanente proceso de revisión.
Peor
aún, la heterogénea aglutinación que hace las veces de gabinete estuvo en este
acto exponiendo sus fisuras, pero sobre todo dejando al desnudo un modo de
conducción hasta acá ineficaz para construir un equipo sólido y eficiente.
El
escarnio público al que fue sometido (o se dejó someter) el silente jefe de
Gabinete y antiguo amigo del Presidente deja a la vista una superestructura
disfuncional.
El
destrato a Nicolás Posse confirma no solo que su hora sombría ha llegado, sino
que el Presidente ha demostrado en el ejercicio de la función una dificultad
importante para resolver asuntos concretos de funcionamiento. También para
encontrar colaboradores eficaces con los que se sienta conforme, para ser
ejecutivo y para cumplir con la rutinaria e imprescindible tarea de gobernar,
conducir la administración, ponerla en funcionamiento y concretar objetivos.
Se
trata de un escenario demasiado inquietante para un país con tantos problemas
urgentes que siguen sin ser resueltos y, en algunos casos, se han agravado por
la demora en abordarlos y por la propia acumulación y postergación. El vértigo
impide ver las nuevas formas de procrastinación.
El
aire que se respira en
Eso
explica que se haya agudizado el hermetismo entre los funcionarios durante la
frenética (y traumática) semana que arrancó con el conflicto con España y
terminó con el licuado acto por el 25 de Mayo, con un paso previo por la
estación del mercado cambiario alterado, con un salto abrupto de los dólares no
oficiales.
La
actitud de Posse, prestándose al destrato en uno de los actos públicos más
emblemáticos de la liturgia institucional, llevó a algunos buenos lectores de
la política y la ficción literaria a recordar pasajes de la novela de Michel
Houllebecq titulada Sumisión.
La
concentración de poder en la tríada de los hermanos Milei y Santiago Caputo y
la creciente delegación y acumulación de funciones y responsabilidades en la
hermanísima y en el gurú comunicacional sumaron disonancias en este tiempo.
La
mala relación y la tensión de Posse con ellos dos tienen numerosas razones que
van desde tropiezos administrativos y comunicacionales, conflictos por espacios
de poder, hasta sospechas y acusaciones de manejos no compartidos u operatorias
discutibles en espacios bajo control del jefe de Gabinete (como la inteligencia
interna) y asoman como causas de un conflicto que desde hace tiempo viene
inquietando a áreas sensibles del Gobierno. Es el caso del Ministerio de
Economía. La lista de disparadores podría ampliarse.
Como
ya sucedió con otras bajas en la novel administración, al Presidente parece
costarle ejecutar la salida de algunos de los funcionarios a los que él convocó
y gozaban de la confianza de su estrechísimo núcleo de colaboradores, en el que
hasta hace unos meses figuraba Posse.
La
dificultad se ve profundizada cuando se trata de quienes, en otra vida,
integraron la corta lista de amigos perdurables (como Posse). Todo lo contrario
a lo que ocurre cuando se trata de bajar contratos o deshacerse de agentes que
no llegaron con él a la administración. La demora en aceptar renuncias de
algunos eyectados es la demostración palmaria. El efímero ministro de
Infraestructura Guillermo Ferraro y su equipo pueden dar fe.
La
disruptiva y vertiginosa forma en la que Milei llegó al poder dejó y va dejando
en evidencia la ausencia previa de equipos de trabajo y de un staff de
colaboradores de confianza en condiciones de integrar la administración
nacional.
Las
demoras en los nombramientos se potencian al momento de concretar reemplazos.
Pero el tiempo se acaba y la acumulación de conflictos y la demora en resolver
asuntos críticos obligan a revisar métodos.
Los
seis meses acumulados en el poder, además de un desgaste de muchas piezas,
también trajeron aparejadas nuevas dinámicas, relaciones y construcciones que
influyen y condicionan la reorganización que se pretende.
Karina
Milei está acompañada de un plantel de colaboradores y operadores mucho más
grande e influyente que el que tenía hace un semestre, además de haber
acumulado una experiencia que le ha aportado tantas seguridades y afinidades
como rechazos y prevenciones. Y suele ser tan o más inflexible que su hermano.
El
sector que más sufre esa configuración cada vez más sólida de poder en torno
del Presidente es el de los colaboracionistas de Pro. Lo que vale menos para
los que ya forman parte del Gobierno como para los que aspiran a sumarse,
encarnados en los inesperados libertarios de nuevo cuño e ilimitado fervor,
como Cristian Ritondo y Diego Santilli, cuyo entusiasmo en el acto del Luna
Park competía con el de los fanáticos más antiguos. La fe de los conversos
suele ser insuperable. Más cuando están por quedar libres espacios a la diestra
del padre (de las “fuerzas del cielo”).
“Karina
y los suyos, como [Eduardo Menem] Lule, son el dique de contención para la
entrada de los amarillos que quieren ingresar al Gobierno. Tienen terror de que
con su experiencia en la gestión y en el manejo del poder les copen el
Gobierno”, sostiene un diputado que se inscribe en el equipo de los
dialoguistas y que conoce de hace muchos años a Lule, casi desde que este
ingresó, hace dos décadas, a la opaca planta de empleados del Senado, por
gestión de sus tíos, el expresidente Carlos y el exsenador Eduardo.
Entre
la necesidad de sumar funcionarios con capacidad de gestión y los extremos
temores aparece la urgencia por terminar de cerrar el insólito capítulo que
abrió el Presidente al poner en disponibilidad a todo su gabinete, situación
que siempre han evitado todos los presidentes para no exponer fragilidades de
su administración. Otra singularidad de la que puede jactarse Milei.
Si
bien el disparador del anuncio de que el plantel de colaboradores presidenciales
estaba a prueba fue el ya inocultable malestar con el jefe de Gabinete, no es
lo único que lo precipitó ni es Posse el único responsable de la insatisfacción
presidencial. Las recurrentes demoras en la aprobación de
El
problema más complejo es que muchos de esos operadores han sido víctimas de la
falta de delegación de autoridad suficiente y de los arrestos temperamentales
del Presidente. Además, de la existencia de un sistema disfuncional en el que
los cargos y las responsabilidades no siempre se corresponden con el poder que
se tiene para llevar adelante las tareas.
Que
la secretaria general de
No
es la primera vez en la historia reciente de la democracia argentina en la que
los experimentos en los que el poder y el cargo no coinciden conspiran contra
el funcionamiento de un gobierno. La gestión de Mauricio Macri con los dos
subjefes de Gabinete que tenían más atribuciones reales que los ministros, pero
sin sus responsabilidad formales, o el artefacto del último gobierno peronista
en el que el presidente era un vicario de la vicepresidenta constituyen
antecedentes poco felices como para remedarlos.
Las
múltiples versiones sobre los posibles nombres que circulan para reemplazar a
Posse y los de posibles ingresantes a otras áreas, incluida una posible
ampliación del gabinete, reflejan el grado de hermetismo así como la
originalidad con la que la tríada gobernante toma decisiones. Todo resulta
verosímil, aunque no parezca probable.
La
incógnita central es si cuando se ejecute la reestructuración (si finalmente se
concreta) responderá a las expectativas y metas propuestas y se conformará una
arquitectura acorde.
La
decisión (y la necesidad) para que, finalmente, se apruebe
Después
de los días de furia, en el acto del 25 de Mayo el Presidente mostró un rostro
componedor que apunta a ese objetivo. Ni siquiera parecieron haberlo alterado
algunas observaciones punzantes que hizo el arzobispo de Buenos Aires, Ignacio
García Cuerva, que muchos interpretaron como exhortaciones críticas destinadas
al Presidente y su gobierno. En la dirigencia política se preguntaron si era
una buena nueva señal o si hubo una comprensión distinta del texto clerical por
parte del Presidente.
De
cualquier manera, el tono y el fondo del mensaje emitido en Córdoba fueron
interpretados unánimemente como la verbalización de un intento de reconducir el
vehículo oficialista y tratar de alcanzar objetivos más sólidos que los
logrados en el primer semestre. Nada más parecido a un gobierno que entró a
boxes en busca de relanzarse.
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