La reflexión de Enrique Hidalgo
BLINKEN, ¿EL SOCIALISTA?
Antony J. Blinken, secretario de Estado de
los Estados Unidos, publicó el 1° de octubre un documento (disponible aquí) donde, con tono electoral y
auto-elogioso, enuncia los objetivos geopolíticos de su país en la
confrontación con China, Rusia, Corea del Norte e Irán, a los que califica de
países “revisionistas”.
Interesa describir una parte del texto
referido a la importancia que da al desarrollo económico.
Señala que, ante cierta debilidad que venía
produciéndose en la estructura política de Estados Unidos y que alentó a los
revisionistas, el primer aspecto que, a su modo de ver, marca la recuperación
de la fortaleza norteamericana es la política económica que desarrolló la
administración Biden-Harris.
Para Blinken, la capacidad estratégica de
los Estados Unidos descansa en gran medida en su competitividad económica: “The United States’ strategic fitness rests in large
measure on its economic competitiveness”.
Por eso, dice, la administración Biden
lideró a demócratas y republicanos en el Congreso para aprobar legislación que:
1) promoviera inversiones (que califica de
históricas);
2) modernizara la infraestructura;
3) fortaleciera las industrias y tecnologías
que, cree, impulsarán el siglo XXI;
4) renovara la industria manufacturera;
5) aumentara la investigación; y,
6) liderara la transición energética global.
Sostiene que esas inversiones internas
constituyen el primer pilar de la política de la gestión y que impulsaron la
economía como nunca antes desde los ‘90. Explica que eso permitió que el PIB de
los Estados Unidos sea más grande que el de los siguientes tres países
combinados y que la inflación haya caído a niveles bajos.
A la par, esa política de promoción de
radicación de capitales industriales, afirma el documento, permitió que el
desempleo se haya mantenido en o por debajo del 4% durante el período más largo
en más de 50 años, y que el ingreso de los hogares haya alcanzado un nivel
récord con reducción de la pobreza y la desigualdad.
Destaca como instrumentos estratégicos
Indica que Samsung de Corea del Sur se
comprometió a invertir decenas de miles de millones de dólares en la
fabricación de semiconductores en Texas. Que Toyota de Japón destinó miles de
millones de dólares a la fabricación de vehículos eléctricos y baterías en
Carolina del Norte. Y que los cinco principales fabricantes de semiconductores
del mundo construirán nuevas plantas en Estados Unidos, invirtiendo 300.000
millones de dólares y creando más de 100.000 nuevos empleos en Estados Unidos.
Por ello, dice, Estados Unidos es ahora el
mayor receptor de inversión extranjera directa del mundo y también el mayor
proveedor de inversión extranjera directa.
Concluye que esto no solo reduce la
dependencia de Estados Unidos de China y otros países revisionistas, sino que
los convierte en un mejor socio para aquellos que también quieren reducir su
dependencia de aquel país.
El desarrollo como base del poder
De acuerdo con el documento, el desarrollo
industrial en territorio estadounidense, y no en cualquier lugar del mundo
donde sea más barato para el capital, es la base de su visión geopolítica, de
su capacidad militar e influencia en el mundo.
Pero, además, esa política no habría
producido un sacrificio para el capital porque, según el funcionario, aumentó
la demanda de bienes y servicios y permitió incrementar las inversiones en
chips, tecnología y cadenas de suministro, y estableció estándares tecnológicos
que considera cruciales para la seguridad.
Intenté referir el texto en la parte que
trata a la economía como base del poder sin asumir ninguna posición respecto de
si es cierto lo que Blinken afirma.
Según economistas a los que pedí opinión, es
verdad que Estados Unidos ha desarrollado una agresiva política de radicación
de capitales industriales en áreas estratégicas para sus intereses utilizando,
además, las herramientas tributarias. El proceso comenzó con Trump y fue
profundizado por Biden, por lo que constituye una política de Estado, aceptada
por demócratas y republicanos.
Referir a Estados Unidos y mirar
Este texto, de suyo, no versa sobre cuál es
o debería ser la posición de
Lo que creo de interés es señalar que la
primera potencia mundial considera que la base de su poderío nace de la
capacidad de su economía de controlar procesos tecnológicos, producir en su
territorio, dar empleo y tener mercado interno. Y que, para ello, el que –de la
boca para afuera– se calificaba como el campeón de la libertad de comercio,
estableció políticas y sancionó leyes indudablemente proteccionistas.
En la
Argentina
Repasar la política económica de Estados
Unidos según el texto referido y analizar lo que ocurre en
La política económica de Milei es todo lo
contrario de la que, según el Blinken, es necesaria para ser poderoso.
Milei propone promover la explotación de los
recursos naturales sin ninguna exigencia ni incentivo para la formación de
capital industrial. No sólo no hay ningún aliciente para el desarrollo
tecnológico, sino que desfinancia hasta el grotesco las universidades y las
agencias de producción científica, sin ningún programa para mejorarlas, aunque
sea a su particular modo de ver.
No hay ningún plan serio para reducir el 50%
de pobres mejorando el mercado interno y el ingreso de los hogares argentinos,
ni para dar empleo a los miles de argentinos que se incorporan cada año al
mercado de trabajo. Tampoco para mejorar el nivel de vida de la clase media.
El Presidente, por el contrario, cree que es
fantástico comprar productos industriales europeos o chinos (“no piden nada”,
descubrió, sólo que les compremos…), y lo prefiere en lugar de que se produzcan
en
Sin embargo, nos han dicho hasta el
cansancio que “tenemos que hacer lo que hicieron los países a los que le va
bien”, y, para ellos, Estados Unidos sería uno de ellos. Ahora, también lo
sería la revisionista China.
Se decía que un lúcido funcionario del
Ministerio de Economía en épocas doradas sólo aceptaba que la burocracia fuera
al exterior si iba a formarse en los lugares de gestión privada o pública, no
tanto a las universidades, para que copiaran lo que hacían, y no lo que decían.
Nunca los países centrales fueron
estúpidamente liberales, solo salen a competir cuando saben que ganan. En los
últimos años, las administraciones de Estados Unidos, además, lo dicen. Pero
acá no se dan cuenta de que “es la industria… estimado”.
Sería perder el tiempo aspirar a que los
libertarios leyeran a Juan Perón, el político más lúcido del siglo XX. Pero ya
que prefieren el siglo XIX y la generación del ‘80 podrían, al menos, repasar
las ideas de Carlos Pellegrini, para quien “sin industria no hay Nación”.
Ello, aun a riesgo de que, luego, califiquen
a Pellegrini de degenerado fiscal y, a Blinken, de socialista.
(*) El Cohete a
27/10/024
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