La postura de Alberto Moya

NAZIONAL TECNOLÓGICOS Cuando se conmemore, dentro de algunas horas, otro aniversario del día en que tropas de un país de izquierda liberaron a los retenidos en el mayor campo de exterminio de la historia, no se hará mención a la complicidad con el genocidio por parte de empresas tecnológicas. Un recuerdo muy concreto proviene del campo de trabajo forzado en Bergen-Belsen, donde el secuestrado Rudolf Martin memorizó lo que veía en la Oficina de Servicios Laborales, donde procesaban unas tarjetas de 13 x 8 centímetros , divididas en columnas numeradas con agujeros perforados.En ellas consignaban los ingresos de esclavos: su nacionalidad, nacimiento, estado civil, hijos, habilidades laborales u otras condiciones: el agujero 3 significaba homosexual; el 8, judío; el 12, gitano. También la muerte merecía cuantificación, en la columna 34; si lo transferían, se perforaba el código 2; si moría, el 3; si se suicidaba, el 5; si lo ejecutaban, el 4; pero si iba a la horca o la cáma...