La reflexión de Aleardo Laría Rajneri
La ceguera voluntaria
El mundo está asistiendo impasible a la
transmisión en vivo y en directo de una monstruosa operación de limpieza étnica
en la franja de Gaza. Según las informaciones provenientes de algunos pocos
medios israelíes críticos con las políticas del Primer Ministro Benjamín
Netanyahu, existe una operación deliberada de destrucción de todos los
edificios existentes en la franja, ya se trate de viviendas, escuelas,
hospitales o centros culturales, para “aplanar el área” y de este modo
garantizar que “el regreso de la gente a estos espacios no suceda”. La mayor
destrucción de edificios se consigue no solo con los bombardeos, como se piensa
habitualmente, sino también mediante operaciones deliberadas de derribo
por áreas mediante el uso de explosivos en tierra y máquinas excavadoras
Caterpillar. Estas circunstancias demuestran que no estamos ante “daños
colaterales” de los combates, sino ante operaciones fríamente planificadas y
ejecutadas. Bezalel Smotrich, titular de Finanzas de Israel, lo ha reconocido
al declarar: “Llevamos año y medio acabando con Hamás y desmantelando la forma
de Gaza, dejándola con un nivel de destrucción completo y sin precedentes, y el
mundo aún no nos ha parado”. Por su parte, Netanyahu ha anunciado abiertamente
que abandona las negociaciones para alcanzar un alto al fuego y que Israel
tomará el control total de Gaza para expulsar a la población gazatí y convertir
La ceguera de la sociedad civil
israelí
Al haber tomado al conjunto de la población
palestina que reside en Gaza como objetivo militar, se entiende el elevado
número de niños y mujeres asesinados.
Para el historiador israelí Ilan Pappé, ignorar
el genocidio en
Pappé encuentra una explicación de este
silencio ominoso ante la barbarie en el fenómeno de lo que denomina el “pánico
moral”. Señala que “el pánico moral es una situación en la que una persona
tiene miedo de adherirse a sus propias convicciones morales porque ello
requeriría un cierto valor que podría tener consecuencias. No siempre nos vemos
sometidos a pruebas que requieren valor, o al menos integridad. Cuando ocurre,
es en situaciones en las que la moralidad no es una idea abstracta, sino una
llamada a la acción. Por eso, tantos alemanes guardaron silencio cuando los
judíos fueron enviados a los campos de exterminio, y por eso los
estadounidenses blancos se quedaron mirando cuando los afroamericanos fueron
linchados o, antes aún, reducidos a la esclavitud y maltratados”.
El nacionalismo étnico
Peter Beinart, periodista y escritor judío
residente en Estados Unidos, acaba de publicar un libro titulado Ser judío tras la destrucción de Gaza: un ajuste de
cuentas, del que manifiesta: “Está dirigido a mis conciudadanos
judíos” y critica lo que él caracteriza como el creciente predominio del
sionismo como parte de la identidad judía. “La comunidad judía está
estructurada para sacralizar la existencia de un Estado judío, un Estado que
privilegia a los judíos por encima de los palestinos, (…) elevando el
etno-nacionalismo —un Estado judío— por encima del propio judaísmo”, afirma
Beinart. Considera que detrás de esta concepción se esconde una mirada que
niega las raíces explícitamente coloniales del sionismo e ignora que el Estado
de Israel se construyó mediante el desplazamiento forzoso de la población
palestina, para preservar un predominio étnico judío. “Creo que lo que ha
ocurrido en las comunidades judías de los Estados Unidos y de todo el mundo es
que una religión, una religión inmensa, que habla con muchas, muchas voces
diferentes, pero que hace hincapié en la dignidad de todos los seres humanos,
se ha visto engullida por el etno-nacionalismo”.
Muchos judíos están convencidos de que los
problemas en Medio Oriente comenzaron cuando los países árabes lanzaron la
guerra en mayo de 1948. Pero Beinart sostiene que esa idea es falsa porque las
mayores poblaciones palestinas como Haifa y Jaffa habían sido objeto de
limpieza étnica antes de mayo de 1948. En las memorias de Ben-Gurión aparece
clara la idea de que el nacimiento del Estado de Israel requería la existencia
de una mayoría étnica judía que solo se podía alcanzar mediante el
desplazamiento forzado de los residentes palestinos. De igual modo, se invoca
el argumento de que los países árabes se negaron a aceptar la partición
dispuesta por las Naciones Unidas, lo cual es cierto, porque ningún país acepta
que se le prive de una parte de su territorio ancestral. Pero lo que se olvida
es que, si Israel es el fruto de una resolución de las Naciones Unidas, debe
ser tomada en su integridad, sin seccionar partes de esta, es decir, respetando
el derecho de los palestinos a constituir su propio Estado.
Qué hacer
Muchos ciudadanos del mundo consideran que no será
posible detener el genocidio en Gaza si no se somete al régimen de Israel a un
bloqueo económico, comercial, diplomático y político total, similar al que
permitió la desaparición del sistema de apartheid en Sudáfrica. En España,
aproximadamente 500 organizaciones de la sociedad civil han impulsado un
proyecto de ley de embargo total del comercio de armas con cualquier país
investigado por genocidio por
Es difícil esperar que los Estados Unidos
cambien su tradicional posición diplomática de apoyo incondicional al gobierno
de Israel y que los países europeos, divididos en torno al conflicto palestino,
adopten una posición común. Por lo tanto, una estrategia que podría detener la
operación de limpieza étnica que tiene lugar en Gaza es que los Parlamentos de
los diferentes países del mundo, presionados por las opiniones públicas,
adopten medidas que contribuyan al aislamiento internacional de Israel. Es
difícil, pero no imposible.
(*) El Cohete a
25/5/025
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