El editorial de Eduardo Salas
Son coimeros y ajustadores: ¡Fuera Milei!
PrensaObrera
Los audios del exsecretario del área de Discapacidad,
Spagnuolo, ventilando las coimas con las compras de medicamentos que van a los bolsillos de
los Milei y de los Menem, han provocado una crisis de enorme envergadura cuyas
consecuencias aún no se han terminado de desenvolver. Lo más importante es que
la crisis está centrada en el poder político y que plantea la necesidad de una
salida.
Para la población golpeada por el ajuste, para los
trabajadores en particular -que han visto deteriorarse ostensiblemente sus
condiciones de vida- que Milei siga gobernando es intolerable: un presidente
que roba fondos de la asistencia a las personas con discapacidad, mientras les
recorta servicios y veta una ley que ofrece una mínima reparación, que enfrenta
públicamente a un niño con autismo mientras condena como “macabras” las
manifestaciones que reclaman por asistencia, no es lo que se merece el pueblo
argentino, y su permanencia solo puede significar mayores y más graves ataques.
No se trata solo de un problema de orden “moral”, revela los intereses de clase
que Milei defiende y es compatible con los ataques que prepara –y que sumará a
los que ya ejecuta- como son las llamadas “reformas estructurales”, es decir,
la destrucción de los derechos laborales, previsionales y una mayor carga
impositiva sobre los consumidores –trabajadores en su inmensa mayoría.
Las denuncias de corrupción que involucran
directamente a los hermanos Milei son muchas, desde la venta de candidaturas
hasta el caso Libra, las valijas sin control, los nombramientos en el Pami y
Que se hayan conocido las grabaciones a Spagnuolo, un
personaje que frecuentaba al presidente más que el jefe de Gabinete o el
ministro de Economía y al que Milei ahora trata de mentiroso, se atribuye a
diversas teorías conspirativas –la mayoría dentro del círculo del oficialismo-,
pero lo que revela esto es también un problema de poder: ¿qué garantías ofrece
a la clase capitalista la precariedad de un gobierno que está en manos de una
camarilla?, una camarilla que se rodeó de lo más aventurero de la casta a la
cual venía a desterrar, copiando su “modus operandi”. La presencia de los Menem
es un símbolo de ello.
Crisis económica y política al borde del estallido
Esta crisis hay que verla en un contexto más amplio.
El gobierno viene de sufrir derrotas en el Parlamento referidas a lo que ubicó
como su eje central: el equilibrio fiscal. En los días anteriores a que
estallara el escándalo de las coimas con los medicamentos se convirtieron en
leyes los aumentos de las partidas para el Garrahan, para las universidades, se
revirtieron los vetos a la ley de asistencia para la discapacidad, el aporte a
Bahía Blanca por las inundaciones, se voltearon los decretos sobre el Inti, el
Inta, cultura, etc. Que haya sido derrotado en el Parlamento es importante
porque se trata de un Congreso que sostuvo a este gobierno, le habilitó leyes y
vetos, a pesar de su escasa representación parlamentaria, es decir, que
cogobernó y lo sigue haciendo como por ejemplo al sostener el veto a las leyes
jubilatorias (lo cual indica que el ataque a los jubilados es una cuestión de
Estado para todas las fuerzas políticas patronales), o el Decreto 70/23, base
de los ataques de Milei a los trabajadores.
Atrás de la “rebelión” de los aliados parlamentarios
está la crisis económica y las evidencias cada vez mayores de que el plan de
“estabilización” de Milei-Caputo estalla, incluso con posibilidades de que sea
antes de octubre pero seguro después. Este miércoles 27 el gobierno renovó los
vencimientos de la deuda en pesos a una tasa de interés del ¡75%¡ que supera la
inflación anual pronosticada en un ¡27%!, pero lo logró aumentando al 53,5% la
inmovilización de los depósitos en pesos que tienen los bancos, lo que se ha
llamado un “corralón”. Esta política desesperada del gobierno por secar al mercado
de pesos –para contener la inflación- no ha impedido que el dólar haya quedado
a un paso del techo de la banda de flotación, lo que sí ha logrado es frenar el
crédito, por lo tanto la producción -golpeando sobre todo el mecanismo de
financiamiento de las pymes- en un cuadro en el cual ya hay una caída del
consumo fundamentalmente por el derrumbe del salario en términos reales.
Es decir, el gobierno impulsa una política recesiva,
liquidando puestos de trabajo y poniéndole un techo al salario, a la vez que
practica un ajuste para sostener este endeudamiento infernal, para que se vea:
en julio por los intereses que capitaliza o por los que paga, gastaron cuatro
veces más que lo que se paga en el mismo mes por jubilaciones y pensiones. De
acá a noviembre los vencimientos de la deuda en pesos llega a los 50 billones
de pesos, el mecanismo de refinanciamiento de la misma es
sencillamente explosivo y brutalmente confiscatorio de los trabajadores:
cayeron casi 250.000 puestos de trabajo registrados, el salario promedio tuvo
una caída del 14% desde que asumió Milei. Nuevamente el problema de la deuda
pública en pesos o en dólares está en el centro de la crisis económica,
“honrarla” ha llevado al saqueo y vaciamiento del país, al derrumbe de las
condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población, y a un
enriquecimiento de los especuladores, muchos de ellos de lo más granado de la
clase capitalista nacional; repudiarla –separando la que se tiene con la
población trabajadora- es la única salida.
Crisis y elecciones
Los reclamos de gobernadores y la oposición patronal
no cuestionan este cuadro de saqueo al bolsillo de los trabajadores, solo
patalean en nombre de los reclamos capitalistas y para impedir que un derrumbe
de las finanzas provinciales los coloque como el “pato de la boda”, pero es
indiscutible que pone en cuestión la gobernabilidad de Milei. El escándalo de
la coimas ha abierto el interrogante de cuánto incidirá en el resultado de las
elecciones, tanto las de la provincia de Buenos Aires el próximo 7 de setiembre
como las nacionales de octubre. Ya en medios norteamericanos se ha planteado la
preocupación de cuáles serán los alcances electorales de este escándalo y si
Milei puede ganar las elecciones, triunfo que necesita para imponerse sobre el
resto de las fracciones políticas más allá de no tener –incluso ganando- un
dominio del parlamento, el aumento del riesgo país a más de 800 puntos refleja
la desconfianza externa.
Es claro que la burguesía de conjunto apuesta a
sostener al gobierno. Los medios de comunicación –incluso los defensores
acérrimos de Milei- han salido a criticar lo de las coimas con los medicamentos,
pero la línea es preservarlo a Milei, "aconsejarle" que se desprenda
del entorno, fundamentalmente de los Menem, sin hacer eje en la hermana del
presidente, porque es claro que ambos son una unidad -si cae ella, cae él-; el
del entorno es el argumento que venía sosteniendo Macri, para imponerle a Milei
uno propio. El sostenimiento de Milei tiene un fin preciso: que se impongan las
reformas estructurales, es decir, que se vaya hasta el fondo en el ataque a los
trabajadores.
La oferta electoral opositora no está al servicio de
derrotar al gobierno, sino de negociar con él y dejarlo que haga el trabajo
sucio. El peronismo es el que más metido está en esto, presenta candidatos
anodinos como Taiana, o representantes de la patronal precarizadora como Urtubey,
o ajustadores consagrados como Jaldo de Tucumán. Incluso han sido
"sobrios" en la explotación del escándalo de las coimas. Ni que
hablar de la burocracia sindical –que copó las listas a diputados del PJ de la
provincia de Buenos Aires- que no ha abierto la boca, seguramente el negociado
de las droguerías las tenga como socias usando las cajas de las obras sociales,
cada vez más destruidas. Tampoco la oposición no kirchnerista ha hecho mucha
bulla. Ninguno de ellos quiere empujar al gobierno al borde del abismo, la
clase capitalista y el imperialismo no han dado aún esa indicación.
La intervención de los trabajadores
Los trabajadores tenemos que intervenir en la crisis
con un objetivo preciso: la derrota del gobierno, la derrota política, la
derrota de sus ataques. Y esto obviamente implica sostener la lucha en las
calles. En estos días los trabajadores de la fábrica Ruiz de Córdoba con el Sutna a la cabeza
lograron la reincorporación de los 21 despedidos y el acuerdo salarial que
permite sostener el poder adquisitivo, un triunfazo que obtuvieron apelando al
piquete, el paro y la movilización.
Los trabajadores tienen la necesidad de luchar por
las reivindicaciones que plantea el ajuste de Milei y los gobernadores, por eso
la agenda está plagada de acciones y reclamos que aparecen en la calle, esto es
indiscutible. La lucha contra los vetos, por las leyes “reparadoras” que el
gobierno dice golpean el (falso) equilibrio fiscal, es un eje. El plenario
obrero del pasado 16 de agosto es un paso enorme porque ha provocado un
reagrupamiento que no solo impulsa la lucha sino que además coloca como tarea
derrotar al gobierno con la huelga y recuperar los sindicatos que están en manos
de la burocracia colaboracionista para la lucha, con estas perspectivas
convocan a acciones en todo el país –y en
La lucha por el voto al Frente de Izquierda se
inscribe en esta realidad. Solo los trabajadores y la izquierda podemos
derrotar al gobierno que les roba a los discapacitados, que ajusta para
llenarle los bolsillos a capitalistas y banqueros, y los suyos propios. La
campaña del FIT-U tiene que ser un gran factor para impulsar un reagrupamiento
político independiente, conquistando el rechazo al gobierno que crece día a
día. Esa es la perspectiva política de nuestra intervención en las elecciones
en curso. Una gran elección del Frente de Izquierda inclinaría la balanza a
favor de los reclamos populares. Pero no solo eso, fortalece una salida obrera
y socialista a la gran crisis nacional: la lucha por el desconocimiento de la
deuda usuraria, por la nacionalización de los bancos y el monopolio del
comercio exterior bajo control de los trabajadores, por el salario igual a la
canasta familiar y el 82% para los jubilados, por la prohibición de los
despidos y el reparto de las horas de trabajo, por un gobierno de los
trabajadores.
Vamos por eso.
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